domingo, 24 de junio de 2007

Capítulo: Las personas asertivas (II)

Veamos el ejemplo que les avanzábamos en el e- mail anterior sobre una persona que no aguarda su turno y se salta la cola en una tienda. Hay tres posibles reacciones por parte de las personas que hacen cola y lo han visto:

- La agresiva: mostrarán su enfado vociferando y gesticulando.

- La sumisa: no se atreverán a decirle nada aunque lo hayan visto.

- La asertiva: se dirigirá al que se ha saltado la cola y le dirá algo, como por ejemplo: "Supongo que debe de tener muchas prisa, pero si usted hubiera llegado aquí hace media hora y estuviese aguardando el turno, no le gustaría que otra persona llegara y pasase delante. Si no le importa, le agradeceríamos que esperara su turno. Gracias."

Quien así haya hablado se sentirá satisfecho de haberlo hecho sin enfadarse. En cambio, en los dos primeros casos, tanto el agresivo como el sumiso se sentirán mal por su actitud.

Ser asertivo es fácil, simplemente no debemos dejarnos llevar por nuestros impulsos ni tener miedo al qué dirán. Para serlo se tiene que actuar con el personaje adulto y desde el triángulo asertivo. Grabe este símbolo del triángulo en su mente y, antes de responder visceralmente o de ver cómo le apabullan, aplíquelo, ya verá como conseguirá la agradable sensación que produce estar bien consigo mismo.

Veamos a continuación la aplicación práctica del triángulo asertivo:

- Vértice A: escuche activamente lo que la otra persona está diciendo.

- Vértice B: diga lo que piensa u opina al respecto.

- Vértice C: diga lo que espera que suceda.

Mediante el vértice A del triángulo asertivo, escuchará atentamente a la otra persona. Al hacerlo le estará demostrando que le comprende, que entiende también sus razones y sus puntos de vista, lo cual no quiere decir que lo comparta, ni que esté de acuerdo.

A través del vértice B, dirá lo que piensa, al tiempo que expresa sus sentimientos o pensamientos sin insistir ni pedir respuestas.

Finalmente, el vértice C le servirá para indicar la acción o resultado que desea, sin vacilar ni insistir, de una forma diáfana y directa, sin dar rodeos.

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