Las comunicaciones son intercambios de estímulos y respuestas en una situación determinada entre los distintos personajes de dos personas.
En estos intercambios, las caricias son los estímulos intencionados más potentes y directos dirigidos de una persona a otra, ya sea física, verbal o gestualmente. Sin ellas no podríamos vivir.
Las caricias se clasifican en positivas y negativas, y en condicionales e incondicionales. Las positivas son aquellas que nos hacen sentir bien potenciando nuestra autoestima. Sin embargo, las negativas son las que, por el contrario, nos hacen sentir mal.
Las condicionales son las que se dan a cambio de algo, ya sea por lo que se hace o por lo que se es. Las incondicionales, tal y como indica la palabra se hacen a cambio de nada
Posibles combinaciones.-
- Caricias condicionales positivas: "Agradezco tu interés en este trabajo. Te felicito".
- Caricias condicionales negativas: "Estoy disgustado contigo. Cada día llegas tarde".
- Caricias incondicionales positivas: "¡Qué alegría vernos!" o "Te quiero".
- Caricias incondicionales negativas: "¡Vete!" o "¡Desgraciado!".
En el mundo profesional se dan con más frecuencia las caricias condicionales. En cambio, las incondicionales se dan más en la vida familiar.
De mayores, buscaremos el tipo de caricias que hayamos recibido en la infancia. Las caricias positivas incondicionales se dan por lo que se es, y no por lo hecho o por lo que se tiene; por tanto, estimulan el desarrollo de la autoestima y son imprescindibles para un buen desarrollo emocional.
Tanto en situación de desarrollo profesional como educativo, las caricias influyen sobre los comportamientos, las motivaciones y los resultados.
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