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| | | Octubre 2009 | | | 10 mejores noticias de la semana | Nuestro planeta escuela Vivimos ocupados en las circunstancias del día a día.
La mayor cantidad de ideas y de acciones allí terminan.
De a poco, nos acostumbramos a vivir en la urgencia atendiendo casi con exclusividad lo atinente al corto plazo.
Si, lo cotidiano se impuso como lo único importante.
¡Olvidamos lo trascendente de organizar mediano y largo plazo! Inconscientemente desestimamos nuestro destino más significativo y prospero.
Asi las cosas… todo parece lejano.
Entonces… si, se justifica la baja calidad de lo que socialmente compartimos.
¡Hay quienes son la excepción!
¡Estos, internamente se preparan para vivir mejor! ¡Obviamente, están pensando el mediano y largo plazo!
Tendremos mejores días –colectivamente- en la medida que los construyamos. No aparecerán por arte de magia.
¡Hacen falta valores y coraje!
La felicidad social se edifica junto a hombres y mujeres que sientan honor en sus venas, cada vez que actúan respondiendo al mandato político de sus sociedades.
El idealismo es la sal de la política.
La buena política tiene ideales y ejecutores.
Obviamente, como a muchas actividades humanas también se la puede prostituir. Si… a la política… la prostituye la corrupción.
Imaginemos –solo por unos instantes- las clases sociales de bajos ingresos de todo el mundo, recibiendo un jornal para movilizarse en favor de sus gobernantes.
¿Acaso parece "normal" o "natural"?
¿Acaso resulta digno…?
¿Acaso ahí termina la capacidad del hombre dirigente?
¿Estuvo alguna vez, cara a cara, frente a hombres, mujeres y niños movilizados, defendiendo ninguna idea, solo exhibiendo la carga de sus carencias y tristezas?
De cerca sentirá el dolor de sus miradas y la indignación de la parada. Les duele ser manejados y ser pobres.
¡Es natural tal reacción y postura!
¡Quieren otra cosa! Lo merecen.
Pienso –solo un momento, no más- en la calidad de quienes idearon tamaña campaña… Pregunto: ¿De que calaña son?
Si estamos en este planeta, por algo será.
Si vivimos en la Argentina también… por algo es.
La pregunta del millón: ¿Esto nos merecemos?
¿Podemos hacer algo totalmente diferente?
¿Cuándo empezamos? ¿Ud. participa… como, cuando?
En el título alegaba una visión de nuestra querida casa planetaria vista como una escuela…
En ellas… aprendimos muchas cosas buenas.
Las malas se aprenden y practican reservadamente… No son públicas.
En esta especial escuelita hay muchas cosas buenas para aprender o imitar de diferentes lugares del mundo.
Tenemos necesidad de aprender y a la vez disponemos de un poder de resistencia inmenso.
Ningún país se independizo de sus limitaciones, sino a través de gestas memorables. ¡Pueblo unido jamás será vencido!
Además de una consigna, es un sentimiento instalado en el corazón del bien nacido.
Es preciso mantener el espíritu indomable y dispuesto. Mejor futuro hay con nosotros, construyendo desde ahora.
La mayoría de los argentinos somos independientes partidariamente, preferimos ideologías no extremistas. Para nuestra desorientación, las grandes ideologías de los últimos siglos cayeron como casas de cartón, en todo el planeta. No exhiben resultados exitosos en ningún lugar. Para comparar nomás… pregunto ¿Cuál es la ideología de Brasil, nuestro gran vecino?
Su gran presente y mejor futuro, ¿en que ideologías se cimienta?
Los países serán ricos en la medida que haya mas clase media y menos clases pobres. No estamos muy lejos… nuestra clase media es la gran oportunidad de los próximos tiempos para detener esta declinación tenaz y torpe. Hasta la próxima. Juan Báez 
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Ángel Stival
Periodista
angelstival@gmail.com
Slavoj Zizek (n. 1949) es un filósofo, sociólogo y psicoanalista nacido en Eslovenia, pequeño país de dos millones de habitantes, fruto de la balcanización de Yugoslavia en la década de 1990. Semejante origen debería acotar –explicar– su pensamiento. Zizek era un niño cuando el mariscal Tito comenzó a construir el orgullo nacional yugoslavo, siempre rebelde a la dominación soviética pese a estar rodeado de países de la llamada cortina de hierro. Mucho orgullo, pero Eslovenia fue una de las primeras en declararse independiente apenas pudo y balconeó desde afuera las terribles batallas fratricidas que despedazaron al país.
El bueno de Slavoj también se las compuso para atenuar los impactos dramáticos de una historia tan dura, y se fue a estudiar psicoanálisis a París, a dar clases a Nueva Jersey, Nueva York y Michigan y a dirigir un instituto especializado en la Universidad de Londres.
La primera lucha fue contra su formación marxista ortodoxa, lo que no le impide justificar la expulsión de intelectuales antibolcheviques en la Rusia de Stalin y luego criticar con ferocidad, no sólo a Stalin, sino también a la ceguera de los intelectuales izquierdistas de Occidente, dispuestos a ir a la cárcel por sus convicciones y en defensa de la "miserable realidad de la Unión Soviética estalinista".
En un paseo fascinante, Zizek se encuentra con Marx, con Freud, con Lacan, pero también con Alfred Hitchcock y Andrei Tarkovski; con Shakespeare, Kafka y Bertolt Brecht; con Adorno y Houellebecq; con Gilles Deleuze y Giorgio Agamben, en un hilván que busca orientación en la abigarrada selva de las ideas. Su hilo conductor es el paralaje, palabra preexistente que el diccionario de la Real Academia define como "diferencia entre las posiciones aparentes que en la bóveda celeste tiene un astro, según el punto desde donde se supone observado" y que Zizek traslada al campo de la filosofía como proliferación de significaciones para referir lo mismo. O para ocultar lo que no se puede (debe) revelar.
En fin, un pensamiento complejo que, sin embargo, es capaz de lanzar frases tan claras, sencillas e inquietantes como esta: "La tiranía del siglo 21 se llama democracia". O esta otra: "La clase media es un lujo que el capitalismo no puede seguir permitiéndose".
Aterra ("¡teme a tu prójimo como a ti mismo"!, dice Zizek) imaginar que haya gente aquí que esté pensando estas cosas, gente a la que se le ocurra trasladarlas en forma mecánica a nuestra realidad. Si los hay, no se exponen demasiado. Nuestros hombres públicos están ocupadísimos en espiarse mutuamente (¿para qué, si son transparentes?), en insultarse y agredirse, en descubrir una corrupción "insoportable" en abogados legisladores que tienen pleitos con el Estado, en hacer descuentos en los fabulosos sueldos de los maestros, etcétera. Las ideas, por aquí, nos sobrevuelan pero no caen.
© La Voz del Interior
Publicado en La Voz - Ver nota original
Para respetar el tiempo y los derechos de la gente viernes, 23 de octubre de 2009
Todos, en alguna ocasión, hemos experimentado el fastidio, la desazón y hasta la impotencia de una pérdida de tiempo estéril en alguna cola para pagar una cuenta o hacer trámites de todo tipo, tanto en instituciones privadas como en las dependientes del Estado en todos sus niveles. Ese malestar sobreviene en forma frecuente en cualquier oficina, en virtud de que la cantidad de gente supera con creces al personal que tiene la misión de atender al público.
Basta con acercarse a entidades bancarias, sitios de pago directo de servicios, oficinas públicas o incluso supermercados para tomar nota de que la realidad obliga a todos a armarse de paciencia para enfrentar el diario problema de hacer la cola y aguardar por largos minutos hasta que el turno le corresponda.
En este marco, un diputado mendocino ha impulsado en la Legislatura de su provincia un proyecto de ley que contemple como infracción la espera por un lapso mayor de 30 minutos, en ventanillas, cajeros automáticos, instituciones financieras y no financieras que presten servicios de cobranzas. La idea del legislador agrega a la lista de entidades a las dependientes del Estado y también a los comercios de gran volumen. La norma propuesta, que por ahora se encuentra en comisiones de la Cámara baja, apunta a que las reparticiones adecuen su organización para mejorar la actual situación que padecen quienes concurren a sus dependencias.
Quizás suene a exageración esta inquietud del legislador cuyano. Sin embargo, hace hincapié en una necesidad observable a simple vista, que es la de optimizar la atención al público en todos los sitios, puesto que las largas colas y la demora que esto genera conspira contra la productividad y amenaza con alterar la tranquilidad y la paciencia de la gente.
Las extensas esperas de las que damos cuenta no son –en su gran mayoría- producto de la negligencia, la impericia o la deliberada intención de perjudicar a quien debe realizar un pago o un trámite en una caja o una ventanilla. Sin embargo, está claro que algunas entidades bancarias, estatales o comerciales bien podrían organizar de manera más eficiente la atención al público y atenuar así los tiempos, brindando de este modo un mejor servicio.
Un dato más se observa con preocupación en esta cuestión. Son numerosos los ciudadanos argentinos que están en condiciones de realizar trámites o pagos vía electrónica. La automatización de estas prácticas sociales ha generado enormes beneficios en otras partes del mundo, porque la necesidad de llegarse al banco o a alguna oficina se ha reducido drásticamente. Sin embargo, aquí en la Argentina –pese a esta inclusión de las nuevas tecnologías en los trámites- las colas siguen existiendo sin poder extraerse explicaciones certeras del fenómeno.
Es posible que la solución no pase por multar o sancionar a quienes hacen esperar más de la cuenta a sus clientes. Pero la realidad exige que las cosas se modifiquen. Porque no puede ser que una persona deba pasar largas horas de su vida en una fila que avanza tan lenta como dificultosamente. La reorganización interna de las entidades, la reubicación del personal, la apertura de nuevas bocas de atención y la insistencia en aplicar soluciones provenientes de las nuevas tecnologías son tareas indispensables para que, por fin, se respeten el tiempo y los derechos de la gente.
Publicado en La Voz de San Justo - Ver nota original
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www.aristotelizar.com - Semana 155
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