La fe insuficiente… La vida plena en democracia, es posible. Además… es natural que así sea.
Algunas preguntas rondan en mi mente en estos días…
¿Hay dinero suficiente para impedir cada vez mayor pobreza, dentro del país o fuera de el?
Me respondo: Sé que si… dinero hay… las reservas crecen, al menos aquí.
Efectivamente hay suficiente dinero en la mayoría de las ciudades y pueblos…
¿Fallan las ideas o el comportamiento de quienes gobiernan y/o de los gobernados?
El gran asunto es porque hay cada día más desempleados y más pobres…
¿Que está ocurriendo…? Pregunto a los lectores, a todos.
¿Que tienen en común las ciudades, sus gobernantes y sus ciudadanos, para que aumente el hambre, la pobreza y la violencia?
La fe nos ayuda en los peores momentos.
Tenemos nuestra experiencia al respecto.
Somos testigos de que así funciona.
En los tiempos actuales… la fe es insuficiente… sola no alcanza.
Es necesario, imprescindible y altamente útil asociarla a otras cualidades que cada uno elige en cada caso, cada día para la vida cotidiana.
Si… conjuntamente con estas, la vida plena es posible.
Tenemos derecho y obligación… si nos damos cuenta.
Un simple ejercicio de observación íntima… puede ser conveniente para esclarecer.
Es altamente improbable ser feliz en medio de la pobreza y la corrupción generalizada.
Siempre algo falta, además de un entorno diferente.
Nos inter relacionamos y también somos, todos, inter dependientes.
Hay muchísimos hombres buenos en todas las ciudades.
Gran parte de ellos, desorientados, impotentes ante el caos y la inseguridad.
Un grave error es trabajar solo, aislado y peor si no atacamos el "problema" que cada uno observa desde su lugar.
El "problema" crece por una inacción colectiva, en especial de quienes tienen mas poder… social, intelectual, monetario, profesional, comercial, político.
Cualquier problema crece cuando los afectados no hacen lo que deben hacer.
Vivir cada vez en formas más decadentes "es nuestro problema…"
Esto… tenemos en común quienes habitamos esta ciudad, en este país y sus alrededores.
Presento la idea para abordarla.
Los únicos que podemos modificar nuestro presente somos nosotros…
El interés de cada quien tiene que ver con lo que aparece en la propia mente, una vez leídas estas líneas. Están escritas para invitar a la reflexión y pasar a la acción. La que sea.
El diálogo es una herramienta inexorable para acordar, siempre.
Es imposible construir "algo importante y/o trascendente" sin poner lo mejor de "nuestro saber".
Además de las ideas y la propia postura emocional… están nuestros deseos y necesidades…
La envergadura de la crisis hace impensable aceptar propuestas exentas de altruismo y pluralidad. Lo mejor de cada uno será útil para el resultado mejor.
Si se aceptan sanamente las diferencias… el bien mayor será el denominador común que armonizará las exigencias y posturas.
Tenemos a la vista los resultados, …efectos de una notable tozudez.
Nosotros decidimos nuestro destino, cambiando el presente, especialmente cuando este nos es adverso, sombrío, insalubre, tóxico, antieconómico, inconveniente… Hasta la próxima. Juan Báez
| Santiago del Estero Publicado en Diario Panorama
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La importancia del Congreso de la Nación El largo conflicto de los productores agropecuarios con el Gobierno nacional, junto a sus numerosos males, quizá también traiga aparejado un hecho muy positivo para la vida institucional del país: la recuperación del papel del Congreso de la Nación.
domingo, 09 de agosto de 2009
La esencia del sistema republicano de gobierno, adoptado por nuestra Constitución, se basa en la existencia de tres poderes separados: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. A cada uno de ellos la Carta Magna le asigna funciones específicas; a su vez, deben mantener una separación, un cierto equilibrio, donde uno no puede asumir las funciones que corresponden al otro.
Si bien la Constitución de 1853 reforzó el presidencialismo en aras de vertebrar un país con fuertes tendencias anárquicas, con el transcurso del tiempo ello ha devenido en una verdadera deformación institucional.
Este mal se ha agravado notablemente a partir de la crisis de 2001, cuando el Congreso delegó en el Ejecutivo facultades que le son propias, bajo el argumento de que la extrema gravedad de la situación obligaba a tomar decisiones en forma rápida, lo que no podría hacer el Congreso.
Debe decirse también que desde muchos años antes el Congreso había ido concediendo delegaciones de facultades en materia fiscal y presupuestaria; lo que en verdad ocurrió a partir de 2001 es que prácticamente el Congreso resignó toda función en estas materias. Delegación que en el lenguaje diario terminó calificándose como superpoderes.
Es así como el presupuesto nacional se ha convertido en una mera formalidad, ya que además de las facultades de modificar partidas, la disposición discrecional de fondos por el Ejecutivo supera los dos tercios del gasto público.
Si bien la reaparición del Congreso se inició en la recordada sesión del Senado, hace un año, cuando con el voto de desempate del vicepresidente Julio Cobos dicha Cámara rechazó avalar las denominadas retenciones móviles -establecidas por Resolución del entonces ministro de Economía, Martín Lousteau-, ahora el Congreso enfrenta una encrucijada de hierro: prorrogar o no la delegación de facultades y, en caso de no hacerlo, legislar sobre los derechos de exportación, vale decir, sobre las mentadas retenciones.
Si bien la composición de ambas Cámaras se va a modificar recién a partir de diciembre, cuando asuman los legisladores electos el 28 de junio, es evidente que el impacto político del resultado electoral ya está produciendo un realineamiento de fuerzas. De modo que resulta incierto cuál será el resultado definitivo, la decisión del Congreso respecto a los superpoderes que vencen el 24 de este mes.
Pero más allá de eso, lo que sí creemos importante es que el Congreso recupere sus atribuciones y se convierta en el ámbito natural del debate de políticas e ideas, como lo fuera en otras épocas. Basta leer el Artículo 75 de la Constitución Nacional ("Atribuciones del Congreso") y sus 32 incisos para advertir que es en el Congreso donde debe decidirse la política nacional.
Precisamente en el primer inciso de ese artículo se establece que corresponde al Congreso "legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación". Ni hablar de las atribuciones en materia de creación o modificación de impuestos, la coparticipación federal de los mismos, o fijar anualmente el presupuesto general de gastos y el cálculo de recursos.
Debe decirse que el tema en debate es sumamente complejo. Se estima que las cláusulas delegantes que vencen son más de 1.900. Entre ellas están las extraordinarias facultades otorgadas la Oficina Nacional de Control del Comercio Agropecuario (Oncca), organismo causante directo de la crisis de la producción láctea, de carnes y la destrucción de los mercados de granos.
Lo mismo ocurre con la facultades punitivas otorgadas a la AFIP y, por cierto, con el artículo 755 del Código Aduanero que faculta al Ejecutivo a establecer los derechos de exportación.
Está pues el país frente a una gran oportunidad de dar un paso grande en dirección a la mejora de las instituciones. Para ello el Congreso debería recuperar y ejercer las atribuciones constitucionales que ha delegado. El híper presidencialismo -acentuado por la forma de actuar del matrimonio gobernante- ha provocado un grave daño a las instituciones políticas y es una de las causas principales de la incertidumbre y desconfianza que imperan en la economía.
Por eso, si el Congreso en los próximo días introduce los cambios que la mayoría de la población pidió en las elecciones pasadas, puede contribuir a revertir la crisis económica, a que se recupere la confianza.
Es de esperar que los legisladores por nuestra provincia -en ambas Cámaras- interpreten la demanda de mejores instituciones que reclama el país. Publicado en Diario Los Andes - Ver nota original
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