miércoles, 23 de enero de 2008

Mensaje Publicado: Homenaje al Dr MAURICIO KNOBEL


HOMENAJE AL MAESTRO DE LA PSIQUIATRÍA INFANTO JUVENIL ARGENTINA Prof. Dr. MAURICIO KNOBEL

El Profesor Dr. Mauricio Knobel, maestro de la Psiquiatría Infanto Juvenil Argentina falleció el 22 de enero de 2008.

Este homenaje no es una despedida… imposible despedirse de una figura, que al dejar tantas huellas en quienes hemos sido sus discípulos y colaboradores, perma-necerá por siempre viva en nuestro corazón, retemplándonos en la lucha por una infancia y una adolescencia mejor comprendida y auspiciada cada día.

Reproducimos su Conferencia Inaugural de Primer Congreso Argentino de Psicopatología Infanto Juvenil, por su contenido como definición de principios del accionar profesional de la Especialidad

Prof. Dr. Héctor S. Basile

Doctor en Medicina, especialista en Psiquiatría Infantil,

Junto con Arminda Aberasturi publicó en 1971 el primer libro que se editó en castellano sobre la adolescencia con un enfoque psicoanalítico:

“La Adolecencia Normal, Un Enfoque Psicoanalítico"

Fue profesor en las Cátedras de Clínica Psiquiátrica en la Facultad de Medicina de Buenos Aires y de Psicología Evolutiva de la Facultad de Psicología de la UBA.

Fue Asesor del Hospital Carolina Tobar García

Se radicó en San Pablo, Brasil, donde efue Docente libre de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), y Profesor Emérito de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp)

Fue Miembro de la Asociación Americana de Clínica Psiquiátrica para Niños

PRIMER CONGRESO ARGENTINO
DE PSICOPATOLOGIA INFANTO-JUVENIL
Conferencia inaugural

por el Prof. Dr. MAURICIO KNOBEL
Buenos Aires, junio de 1969

Distinguidos maestros y colegas:
Es sin duda alguna un privilegio singular el de ocupar el cargo de Presidente del PRIMER CONGRESO ARGENTINO DE PSICOPATOLOGIA INFANTO-JUVENIL, ya que ese rango me permite el placer de iniciar las deliberaciones cientificas en un campo del quehacer humano de enorme trascendencia.

Nuestro país y nuestros colegas han alcanzado tal capacitación científica, tal seriedad en la investigación, tanta profundidad en el estudio y tan relevante eficacia en su pragmatismo, que nos hemos considerado capaces de transmitir nuestra experiencia y nos hemos sentido impulsados al intercambio de ideas y al diálogo fecundo.


MAURICIO KNOBEL

De la significación de nuestro desarrollo científico son testimonio la presencia entre nosotros de las más relevantes figuras de la Psiquiatría Infanto-Juvenil contemporánea, como Leo Kanner, quien popularizó en 1935 el término "Psiquiatría Infantil", creado prácticamente sólo dos años antes por Tramer en Alemania; como Arn van Krevelen, el eximio maestro holandés que dirige la revista especializada más difundida como es "Acta Paedopsychiatrica" publicada en Basilea; como lo es el destacado Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Harvard, Dr. León Eisenberg, Director del "American Journal of Orthopsychiatry", el Director del grupo psiconalítico norteamericano que responde a la influencia de Karen Horney, Dr. Norman Levy, y los destacados maestros de Uruguay, Brasil, Chile, Venezuela, Bolivia, México y Colombia que nos acompañan, y a quienes además se unen un maestro de la Psiquiatría Infantil inglesa y creador de la terapéutica familiar como John Howells, la excelente psicoanalista y psiquiatra de niños de Londres, vinculada a Ana Freud, que es la Dra. Augusta Bonnard, y los más de mil trescientos especia-listas y estudiosos inscriptos en este congreso nacional, ávidos de aprender, hacerse escuchar, preguntar y comunicarse.

El éxito científico que significa este nucleamiento es fruto de un proceso evolutivo. Nuestro país no estuvo ausente del progreso científico universal en este campo médico, como no lo estuvo en ningún otro.

Si hemos logrado este momento, es porque nuestros maestros nos lo permitieron. Creo que es un deber ineludible rendir nuestro homenaje más sincero a quienes por su esfuerzo y sus enseñanzas han facilitado el desenvolvimiento de la psiquiatría infantil argentina.

En 1922, en Rosario, un discípulo de Sancte de Sanctis, Lanfranco Ciampi, inicia la enseñanza oficial a nivel universitario, de la Psiquiatría Infantil. Otra figura pionera es la Dra. Carolina Tobar García, cuyo nombre lleva nuestro moderno hospital capitalino dedicado a nuestra especialidad, y a quien mucho debe la paidopsiquiatría argentina.

Lo mismo puedo decir de otra figura singular que merece nuestro más profundo respeto científico, por su labor tesonera y de maestra, la Dra. Telma Reca. Corresponde también nuestro homenaje a Aquiles Gareiso, verdadero maestro de la Neuropsiquiatría Infantil en nuestro país.

A esas figuras les debemos nuestra gratitud y nuestro reconocimiento. Pero debemos aun mencionar a quienes afanosamente, en iodos los confines de la patria, luchan por difundir y, afianzar los conocimientos psicológicos y médicos que tanta falta hacen para el mejoramiento del ser humano.

Vaya, pues, mi homenaje a Eleogardo Troilo, Plácido Horas, Oscar Oñativia, Juan Carlos Pizarro, H. Bonolli Cipoletti, David Ziziemsky, y tantos otros cuyos discípulos están hoy congregados aquí.

Entre las personalidades que coparticipan hoy entre nosotros, debo destacar a dos muy especialmente. El Prof. Florencio Escardó, que desde su cátedra de Pediatría dio jerarquía al conocimiento psicológico para el médico pediatra, contribuyendo enormemente a la conceptualización de una verdadera medicina psicosomática pediátrica y a una integración médico-psicológica trascendental. La otra figura señera es la Profesora Arminda Aberastury, maestra del psicoanálisis infantil de la América Latina, quien muchos de los que hoy participamos en este gran evento le debemos nuestra formación y nuestro entusiasmo.

Arminda Aberastury y Mauricio Knobel

Si he hecho mención de nombres, debo reconocer que, sin duda, muchos otros no han surgido en esta apretada síntesis de homenaje. Pero no por ello des-conocemos sus valiosísimos aportes a nuestro conocimiento.

Quien desconoce y minimiza el valor de sus maestros y la significación del pasado científico, no hace ciencia.

Todos contribuimos de alguna manera a engrandecer nuestros conocimientos solamente merced a lo que se nos ha enseñado. Renegar de lo positivo que ha acontecido en el quehacer humano es no sólo ingratitud injustificable, sino arrogancia esterilizante. Todos participamos de un quehacer que nos une, y nadie es dueño de la verdad. Apenas si podemos, débil y fugazmente, sostener verdades parciales, que pronto nosotros o nuestros discípulos tendrán que sustituir por otras "realidades" que correrán el mismo destino.

Ese es felizmente el destino del conocimiento científico. La modestia que impone la transitoriedad del saber actual facilita el diálogo y permite enriquecer al ser humano en su lucho desesperada por un mundo mejor.

El estudio de la psicopatología infanto-juvenil, como especialidad dentro de la Clínica Psiquiátrica y la Psicología Clínica, ha contribuido no sólo a un mejor conocimiento del hombre sano y enfermo, sino que ha influido en el introducir en la práctica, la enseñanza y el estudio médico, una nueva perspectiva.

El sentido de lo evolutivo ha facilitado al médico el comprender que la patología no es un accidente fortuito en la vida de un ser humano, sino que la crisis que se ha ido gestando desde su infancia. La enfermedad mental ya no puede quedar sectarizada en una nosología de cuadros terminales, sino que se amplía hasta permitir su discriminación en las personalidades con las que a diario convivimos.

El neurótico, el caracterópata, el que sufre de un desajuste emocional, tiene jerarquía patológica como el que expresa su perturbación conductual en su cuerpo o en la sociedad. Y sabemos que es también el resultado de un proceso.

Proceso que se ha iniciado en la infancia, en la familia y en la sociedad que niño y familia integran.
La medicina entonces tiene así un sentido social.

Pero no sólo para el sociólogo, sino para el médico, que aprende ahora que no basta "curar" una bronquitis o un asma, sino que debe saber cómo y por qué, además de dónde y en qué circunstancias se produce esta perturbación conductual que se hace solamente más ostensible en el aparato respiratorio.

La medicina preventiva y la curativa ya no son, gracias a la enseñanza que en parte nos ha brindado la comprensión científica actual de la psicopatología infanto-juvenil, patrimonio exclusivo de la anatomía patológica, la bioquímica ó la fisiopatología. Estas ramas del conocimiento médico han tenido y tienen un desarrollo la patología.

Pero ahora nos interesa, por lo menos con la misma seriedad e intensidad, lo psicológico, lo social, lo estadístico, lo antropológico, lo cultural en su sentido más amplio.

El "trabajo en equipo" es ya realidad consagrada en el ámbito de la practicidad psicopatológica, y su viviente dramaticidad está siendo emulada no sólo en la pediatría, sino en la clínica y la cirugía por igual.

Desde siempre, el médico ha jugado un papel señero en la humanidad. Consejero y confidente de la familia, ahora tiene a su disposición no sólo su leal comprensión y honesta preocupación por el ser humano, sino también el aval de la investigación científica en el campo de la conducta humana.

Como el genial biógrafo de Freud, Ernest Jones lo destacó, el conocimiento psicoanalítico le dio a la psiquiatría un punto de vista interpretativo, dinámico y genético. Es decir, sacó a la psiquiatría hacia una verdadera comprensión de la patología. El aporte psicodinámico infantil y juvenil nos ha ampliado más aún las perspectivas de la psiquiatría en especial y de la medicina en general.

La dificultad de aprendizaje de un niño en edad escolar, la rabieta del bebé o sus dificultades alimenticias, la delincuencia o la violencia del joven, ya no pueden ser considerados meros accidentes inconexos. Son parte de una totalidad bio-psico-social.

Estamos en condiciones de afirmar con conocimiento científico, y no con prejuicio político o social, que todos somos responsables de la salud de nuestros conciudadanos.

Que si hay suicidios de jóvenes, adicción a las drogas, psicosis infantiles, está pasando algo muy serio en el individuo enfermo, pero también en su familia y en la sociedad de la que forma parte.
Por supuesto que es más fácil y menos angustiante, buscar la disfunción que explique el desajuste. Pero aun detectada la alteración, la plurideterminación de la patología no se excluye.

La ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS, aprobó por unan-midad el 20 de noviembre de 1959 la "Declaración de los Derechos del Niño". Allí, en el Principio 5, se lee: "El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social, debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especial que requiere su caso particular", y en el Principio 10, se establece: "El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes".

Si estos principios no se cumplen. se infringe un compromiso internacional, se contribuye a la deformación y a la patología del ser humano, y se impide el adecuado desarrollo de la personalidad.

Considero que el niño es la unidad genética, histórica y social de la humanidad que posee un particular sistema bio-psico-dinámico individualizante, que responde a un proceso evolutivo de determinada base biológica y que constantemente se modifica por influencias psicosociales circunstanciales.

Lo social, lo económico, lo político, son esas circunstancias que permitirán o impedirán el desarrollo adecuado de la niñez y el plasmarse de un ser adulto, sano y productivo.

Esa es nuestra responsabilidad y la de los poderes públicos. Sin paz, sin amor y sin comprensión, la familia se desarticula, la frustración se adueña del ser, la violencia aparece como “solución” y la destrucción al hombre, su país y la sociedad.

Leemos en la publicación española "Revista del Instituto de la juventud" de abril de 1969, que la organización interestatal denominada Consejo de Cooperación Cultural del Consejo de Europa estableció, entre otros puntos, que: "Las manifestaciones estudiantiles, que en ciertos países han adoptado formas de virulencia especial, revelan un malestar general en la juventud" y que: "La juventud denuncia, asimismo, un cierto número de taras de la sociedad actual y manifiesta su angustia ante el carácter deshumanizador de una sociedad cada día más anónima".

Recomienda esta entidad superior, modificar sustancialmente la actitud de los mayores hacia los jóvenes, especialmente en el ámbito universitario, donde expresamente se pronuncia por una participación más activa de los estudiantes, enfatizando la necesidad de dejar de hacer cosas para los jóvenes, paro comenzar a hacerlas con los jóvenes.

Sepamos, pues, también nosotros aprender. Veamos al niño en sus necesidades y en todo lo que nos gratifica y satisface. Veamos al joven como nuestra propia expresión de cambio, de reestructuración. No recurramos al rótulo fácilmente discriminatorio y peyorativo. Aceptemos el desafío que la juventud y la niñez de hoy nos imponen.

Este Congreso estudiará científicamente a fondo estos problemas. El espíritu que anima a los interesados en la psicopatologia infanto-juvenil es el de la honestidad científica, el de la preocupación por el ser actual y el adulto del mañana y por la sociedad y el país.

Para nosotros el amor es la fuente del bienestar individual y social.
Quienes menoscaban al hombre en aras de la comunidad, pueden estar atentando contra la humanidad misma.

Estudiaremos la patología mental de nuestros niños y nuestros jóvenes, veremos cómo podremos contribuir a ayudarlos, a aliviarlos, discutiremos enfoques y criterios diversos, intercambiaremos ideas y experiencias, y rectificaremos conceptos erróneos.

Nuestras discusiones se mantendrán estrictamente en lo científico, lo que significa no rehuir nuestra responsabilidad social, precisamente por el campo del conocimiento que nos ha congregado aquí.

Esperamos que este Congreso no sólo nos ilustre y nos enseñe en nuestra tarea habitual, sino que también contribuya a proporcionar a todos los hombres responsables, en el gobierno, la educación, la familia, la noción clara de la necesidad de libertad, de paz, de comprensión y de un convivir democrático, como camino indispensable e irrenunciable para un presente mejor para nuestros hijos y un futuro más promisorio y optimista para nuestro país y la humanidad.

Con mi gratitud hacia todos ustedes y mis mejores votos por un fructífero intercambio de ideas, declaro inaugurado el Primer Congreso Argentino de Psicopatologia Infanto - Juvenil.
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